Pasa factura a las parejas

La crisis sanitaria ha cobrado una cuota a las relaciones sentimentales, que se ven afectadas por la presión adicional que sobre ellas ejerce la nueva normalidad

Si la pandemia tiene impacto en la salud general de la población, en la economía de las familias y en la educación de los niños, es de esperar que cobre una cuota a las relaciones de pareja.

“Cada vivencia personal (relacionada con la propagación del nuevo coronavirus) va afectando las relaciones y la de pareja no está exenta de sufrir algunos movimientos”, advierte el psicoterapeuta Frederick Santana Núñez, director académico del Centro de Estudios Superiores en Sexualidad (Cessex).

“Estamos en alerta constante y eso nos lleva a estar muchas veces a la defensiva. No todos reaccionamos necesariamente de la misma manera, pero las relaciones sí se afectan”, indica.

“Tenemos múltiples maneras de responder ante las crisis: la violencia, la indiferencia, las adicciones, los pleitos constantes…”, añade el terapeuta sexual, que subraya que hay también quienes toman esta situación de un modo diferente, como una oportunidad para concretar planes.

Las parejas siempre se han enfrentado y superado juntas los retos, así que una pandemia no tendría por qué ser diferente, ¿verdad? En realidad, sí. Porque en el contexto actual “estamos sobreviviendo”, explica Santana Núñez, integrante del consejo coordinador de la Federación Mexicana de Educación Sexual y Sexología.

Antes, las presiones a la relación encontraban una válvula de escape en el cumplimiento de las tareas cotidianas, por ejemplo el traslado a la oficina, lo que ahora no todos tienen debido al confinamiento. “Al estar en varias crisis que atacan al mismo tiempo ya no estamos ‘viviendo’. Esto maximiza problemas que ya se tenían”, apunta.

A la distancia

La crisis sanitaria afecta no solo a las parejas que conviven bajo el mismo techo, tengan o no hijos, sino también a las que habitan en casas separadas. Éstas se enfrentan a la incertidumbre de si la otra persona “se estará cuidando o no, qué tan prudente es que la invite, si vivo con mis papás que son mayores no vaya a ser que traiga algo de la calle…”.

Aunque los recursos tecnológicos son grandes ayudas para mantener viva la unión, la realidad es que se echa en falta el contacto personal: “A la persona que me gusta la quiero tocar, sentir, acariciar, escuchar no por teléfono, sino físicamente”. La imposibilidad de hacerlo con la libertad de antes “puede tornarse muy, muy difícil”.

Los efectos de la pandemia se reflejan asimismo en la intimidad, pues las prácticas sexuales han disminuido en este tiempo, como encontró una encuesta realizada en mayo por la Asociación Mexicana para la Salud Sexual, A.C. (Amssac).

El 43.08% de los participantes en ese sondeo admitió que su conducta sexual disminuyó respecto del tiempo anterior al confinamiento; el 52.78% no la varió, y solo el 4.14% la aumentó.

Ese resultado se explica porque la ansiedad y la depresión que resultan de sucesos como la pérdida del empleo o la reducción del salario pueden disminuir el apetito sexual, apunta Santana Núñez. Ocurre igualmente porque quienes continúan trabajando desde casa se sienten exhaustos después de atender, además de las obligaciones laborales, a los hijos y las tareas del hogar.

El psicoterapeuta señala, sin embargo, que la crisis sanitaria no es motivo para evitar la intimidad, aunque sí obliga a que se observen ciertos cuidados, como la higiene corporal y la atención a síntomas de enfermedad.

“El sexo aumenta las defensas, es una euforia que hace que uno se sienta mejor consigo mismo y con la pareja”, puntualiza. “Si viven con su pareja y respetan el confinamiento no hay ningún problema (con sostener relaciones sexuales) porque se están viendo las 24 horas. Cuando tengan su momento y su espacio y sea consensuado, adelante”.

“Si están yendo y viniendo, no deben dejar de tenerlas, pero sí entender que son una corresponsabilidad. Las personas que salen deben tener los cuidados necesarios para no enfermarse ni enfermar a la familia”.

“El sexo siempre va a ser bueno siempre y cuando sea consensuado”, indica.

Comunicación

Santana Núñez recuerda a las parejas que abrir espacios de comunicación les sirve para conectar entre sí. “Podemos conectar exigiendo o podemos conectar de manera armoniosa”.

“Una crisis nos invita a la empatía. Como uno la vive no necesariamente la vive la otra persona. Las mujeres tienden más a expresar la tristeza o la molestia; los hombres generalmente se guardan que están tristes porque perdieron el trabajo o no se sienten lo suficientemente hombres porque no pueden mantener a la familia”.

El psicoterapeuta aconseja a quienes perciben tensión en su relación —no violencia, porque para ésta “son otros los procesos que hay que seguir”— que expresen al otro lo que están sintiendo, que digan “qué nos está pasando, que se dan cuenta que casi no hablan…”.

Para quienes lo requieran “hay terapeutas que aún damos servicio en teleconferencia y podemos trabajar al individuo o la pareja”.— Valentina Boeta Madera

Una crisis nos invita a la empatía. Como uno la vive no necesariamente la vive la otra persona

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